El crecimiento urbano comenzó a alterar profundamente la vida cotidiana en Puebla y San Pedro Cholula. Ambas ciudades experimentan una transformación creada por el aumento en la demanda de vivienda, el auge turístico y la llegada de nuevos residentes con mayor poder adquisitivo. Este fenómeno, conocido como gentrificación, modifica no solo el paisaje urbano, sino también las dinámicas sociales y económicas en los barrios tradicionales.
Un informe reciente, elaborado por la investigadora Jocelyn Liévanos Díaz y publicado en enero, identifica 17 ciudades mexicanas donde este proceso se encuentra en marcha. La investigación agrupa a estas zonas en distintas categorías: urbes con reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad, destinos turísticos, centros metropolitanos y Pueblos Mágicos. Puebla destaca al estar presente en más de una de estas clasificaciones.

Cambios silenciosos en el tejido social
En el caso de Puebla capital y San Pedro Cholula, el fenómeno adquiere características particulares debido a su cercanía con Val’Quirico, un desarrollo turístico de estilo europeo ubicado en Tlaxcala. Este lugar, aunque no es una ciudad ni municipio, ha influido en la dinámica urbana de la región.
La presencia de visitantes y compradores de vivienda con alto poder adquisitivo ha acelerado el encarecimiento del suelo y la expulsión gradual de habitantes locales.
El estudio subraya que esta “triangulación territorial”, Puebla, Cholula y Val’Quirico, muestra un patrón creciente de sustitución demográfica y especulación inmobiliaria. La oferta de servicios exclusivos, la rehabilitación de espacios y el atractivo patrimonial provocan una reconversión urbana que no siempre toma en cuenta a los sectores más vulnerables.

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Ciudades con patrimonio y presión inmobiliaria
Además de Puebla, otras urbes reconocidas por su riqueza cultural como Oaxaca, Guanajuato, Morelia y San Miguel de Allende enfrentan procesos similares. También lo hacen metrópolis como Guadalajara, Monterrey y Mérida, donde la expansión inmobiliaria va acompañada de desplazamientos y aumento de rentas. Pueblos Mágicos como Sayulita, Malinalco y la propia Cholula no escapan a esta lógica.
Aunque la gentrificación suele asociarse con modernización y renovación, también acarrea efectos adversos: pérdida de identidad comunitaria, exclusión de pobladores históricos y transformaciones que responden más a intereses económicos que a las necesidades locales.
En este contexto, el caso de Puebla y Cholula es un ejemplo claro de cómo la planeación urbana necesita incorporar una visión social más incluyente, donde el crecimiento no implique el desarraigo.
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