Por: Eduardo Rivera S.
CEO de Global Media Investment
La última semana nos trajo dos actos de diplomacia mexicana con impacto estratégico inmediato que me parecen dignos de analizar. Primero, la presidenta Sheinbaum consiguió 90 días de tregua arancelaria con EUA, retrasando el incremento inmediato de las tasas que pretende imponernos Trump. Segundo, recibió en Palacio Nacional a los ministros canadienses Anita Anand y François‑Philippe Champagne, en una visita que no solo fortalece la relación bilateral, sino que lleva a México a colocarse como el interlocutor más sensato del continente.
El temido aumento arancelario fue cancelado gracias a una llamada entre la presidenta Claudia Sheinbaum y Donald Trump, con lo cual la mandataria logró mantener vigentes las tasas actuales. Una jugada que evita el ataque inmediato al corazón de nuestra exportación, aunque no cambie por completo la perspectiva del tablero de juego todavía, pues con el gobernante del norte nunca se sabe.
Hay que reconocer que el logro de este aplazamiento exigió cierta inteligencia táctica y merece reconocimiento. En lugar de confrontar o ser tajante y apostarlo todo a la ruptura, nuestra presidenta ganó tiempo para construir un puente de negociación eficiente y sin renuncias estratégicas.
Por su parte, la visita de los ministros canadienses refuerza esa narrativa. Justo cuando Estados Unidos impuso aranceles del 35% a productos del país norteño, Canadá buscó a México para dialogar sobre comercio, inversiones y seguridad. Que la respuesta haya sido inmediata y al más alto nivel político envía el mensaje de que, en tiempos de tensión, nuestra nación no se aísla y le hace frente a las embestidas, acompañada del brazo de sus homólogos.
Desde luego, esta estrategia exterior tiene más peso cuando se acompaña del orden dentro de casa. El Gobierno federal ha empezado a reacomodar algunas piezas en torno al principio de austeridad que definió a la 4T desde su origen, y no es menor que quienes no se alinean a esa línea institucional estén siendo llamados a ajustar el paso. Es, en sí mismo, parte de la gobernabilidad.
También hay que destacar lo que ocurre en el ámbito de la seguridad pública. El secretario Omar García Harfuch ha sabido mantener un perfil de eficiencia con las recientes operaciones coordinadas en estados que han sido complejos en las últimas décadas, como las 65 detenciones llevadas a cabo en Sinaloa o la localización de 32 cuerpos en una fosa clandestina en Irapuato, tras lo cual el secretario ordenó el despliegue inmediato de fuerzas federales en municipios prioritarios.
Pero, más allá de la urgencia operativa, todas estas acciones han sido acompañadas de ajustes en la estrategia nacional de seguridad, lo que incluye reorganizar los mandos regionales y ampliar el patrullaje en zonas con alta presencia del crimen organizado. A mí me parece que Harfuch está haciendo lo que se espera de un secretario federal: actuar con rapidez y sin protagonismo.
Frente a este escenario completo tanto dentro de casa como hacia el exterior, el Gobierno de México ha optado por el equilibrio, ser firme sin alardear y mostrar una apertura sana, pero que no deja lugar para la sumisión.