Narrativas falsas hacen mexicanos disfuncionales

José Zenteno, autor de la columna "Diálogos en el infierno" José Zenteno, autor de la columna "Diálogos en el infierno"

A propósito de las fiestas patrias de septiembre y de una investigación que hacemos en muchos de los sitios donde nos contratan encuestas, quiero reflexionar con usted sobre los mitos históricos que mantienen confundidos y sometidos a decenas de millones de mexicanos.

El dato: entre el 55 y 65 por ciento de los entrevistados en nuestras encuestas cree que durante la llamada “conquista” España se llevó más riqueza de la que dejó en México. Evidentemente, la mayoría de los mexicanos que hemos entrevistado no le otorga valor al idioma, ni a la cultura, ni a la religión, ni a la infraestructura como ciudades, acueductos, universidades, hospitales, entre otras que heredamos de los españoles que llegaron. 

Otro dato: entre el 50 y el 60 por ciento de los entrevistados cree que los ricos hicieron su fortuna robándole a los pobres. El trabajo, la constancia, el orden, la inteligencia y la capacidad de quienes hacen fortuna nada valen a los ojos envidiosos de muchos. Claramente hay un segmento muy numeroso de mexicanos que son víctimas de narrativas que nos han contado.

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Hablemos de otro cuento, uno que tiene que ver con un título honorífico pero profundamente significativo. Le pregunto a usted, amable lector, ¿Quién le gustaría que fuese el padre de la patria mexicana? Un borrachín, berrinchudo, de moral distraída, que siempre reconoció al rey de España como monarca de estas tierras y quien permitió despojos, violaciones y toda clase de abusos en las ciudades que tomó en los pocos meses que duró su revuelta; o la de un ideólogo que luchaba por una república independiente de España, que quería abolir cualquier forma de esclavitud y privilegiaba el progreso social de los más desfavorecidos, buscaba construir una nueva nación con raíces fuertes, sin complejos de clase o de raza. El primero es Miguel Hidalgo, el segundo es José María Morelos.

Si nos atenemos a hechos verificables y a los principios que defendían uno y otro, yo elijo a José María Morelos y Pavón. Además de que tiene más y mejores merecimientos para obtener el título de “Padre de la Patria”, Morelos imaginaba una república de instituciones, fundada en la Ley (la Constitución de Apatzingán), reconciliada con sus orígenes indígenas y peninsulares.

Supongamos que la historia oficial reconoce al autor de “Los Sentimientos de la Nación” como el nuevo Padre de la Patria y en las escuelas se comienza a enseñar que Morelos era portador de un mensaje con los valores fundacionales de la mexicanidad. Esas ideas comenzarán a transformar la conciencia de los nuevos mexicanos, los liberarán de muchos complejos históricos y los harán valorar la Ley, la libertad y la congruencia entre el pensar y el actuar. 

Los políticos de todos los tiempos suelen acomodar la historia para sus personales intereses y olvidan (o quizá no) que los relatos construyen conciencias y que serán ellas las que dicten la conducta de una sociedad.

Al igual que este episodio de la historia hay muchos más que pudieron aprovecharse para inocular otras ideas en el alma de los mexicanos. Si algo necesitamos con urgencia es una sociedad con otros valores porque los que hoy imperan no ayudan.

Los “historiadores” que le dieron forma al relato épico de Miguel Hidalgo eligieron a un hombre que nunca debió obtener el título de “Padre de la Patria”. Al cura Hidalgo le encantaba apostar, tenía líos de faldas por todas partes, no pagaba sus deudas, era afecto a las fiestas y los excesos. Su conducta lo llevó a perder sus 3 haciendas y cuanto empleo conseguía. A favor del personaje cuentan que era un tipo inteligente, alegre y culto, hablaba varios idiomas y era muy simpático, un bribón encantador. Su movimiento comenzó en el pueblo de Dolores y su motivación era la de reivindicar sus derechos como criollo y por lo tanto quería un gobierno de y para los criollos, pero siempre reconoce al rey de España como monarca.

Miguel Hidalgo creía que todo de cuanto había sido despojado era porque los españoles despreciaban a los criollos, no porque fuese un hombre vicioso con una vida desordenada. Igual que muchos mexicanos de hoy a quienes los han hecho creer que sus males son culpa de otros, de seres míticos como el prian, la minoría rapaz o la oligarquía corrupta ¿Así o más claro?

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