Por: Octavio de la Torre de Stéffano
Presidente de la Concanaco Servytur
Para Noam Chomsky, uno de los intelectuales más agudos del siglo XXI, las guerras no solo se explican con las tensiones políticas o amenazas externas, son instrumentos funcionales del poder económico para preservar sus intereses. En Manufacturing Consent, Chomsky revela cómo los gobiernos y los medios construyen narrativas que normalizan la guerra y desvían la atención pública de los verdaderos beneficiarios: contratistas militares, bancos, energéticas y lobbies que se alimentan del conflicto.
La economía de guerra, desde esta perspectiva, no es una consecuencia, es un modelo diseñado. Mantener al mundo en tensión permanente permite justificar presupuestos militares exorbitantes, controlar recursos naturales estratégicos, y sobre todo, posponer reformas sociales profundas que redistribuirían poder y riqueza.
Hoy, en 2025, esta lógica está viva. La escalada en Medio Oriente disparará el precio del petróleo, tendrá un impacto en la logística internacional e inversiones; el gasto militar en las grandes potencias se incrementa; se subsidian arsenales, no hospitales; se cierran rutas comerciales mientras se abren mercados para deuda militar. Las guerras ya no se libran solo con armas, sino con algoritmos, deuda y miedo.
Chomsky propone otra ruta: una economía de paz. Una que no dependa del miedo, sino de la innovación civil, la redistribución justa, la energía sustentable y la participación ciudadana real. Una economía descentralizada que construya resiliencia desde abajo y que no sacrifique derechos sociales en nombre de la “seguridad nacional”.
Para México, este enfoque es crucial. No basta con reaccionar a los intereses de otros países o a la volatilidad geopolítica. Necesitamos repensar el modelo de desarrollo, apostando por una soberanía en la política de comercio y servicios, una estrategia energética autónoma y un liderazgo empresarial que entienda que la verdadera estabilidad no se impone, se construye con bienestar colectivo, algo que se debe seguir trabajando especialmente con Marcelo Ebrard, secretario de Economía, y con Juan Ramón de la Fuente, secretario de Relaciones Exteriores.
El mensaje de Chomsky es claro: el poder no se autorregula. Se limita cuando una sociedad informada se organiza y exige algo distinto. No basta con sobrevivir al conflicto, debemos atrevernos a construir un país donde la paz no sea la excepción, sino el fundamento de nuestra economía.
Porque en tiempos de guerra, pensar diferente es el primer acto de soberanía… algo para reflexionar.