Carla López Malo incurre en vandalismo en París. Durante un viaje promocional ligado al evento IFTM Top Resa, la secretaria de Desarrollo Turístico de Puebla colocó calcomanías en postes, paredes y mobiliario urbano de la ciudad francesa, para un video publicitario. El acto generó indignación pues vulnera normas locales de propiedad pública y representa una falta grave de respeto hacia el patrimonio urbano internacional.
El origen de la polémica data de la publicación difundida en redes sociales, que captó las pegatinas aplicadas sin autorización.
Un acto irresponsable que reabre heridas históricas
Este acto no puede verse como simple “marketing creativo”: se trata de vandalismo, pues interviene mobiliario urbano público sin permiso. En París, y en cualquier ciudad que respete su patrimonio, esas acciones trascienden lo policial o administrativo para convertirse en un problema diplomático. Resulta especialmente grave si quien lo comete es una funcionaria pública, encargada de proyectar una imagen institucional, no de mancillarla.
La ciudadanía mexicana recuerda con vergüenza otros casos similares. Uno de los hechos más comentados es el incidente en el que un mexicano orinó sobre la llamada eternidad de París (la llama eterna del Arc de Triomphe) y apagó la llama, acto que fue ampliamente criticado como una burla no solo a las autoridades francesas sino al símbolo que representa para la memoria histórica internacional. Hechos así, sumados al cometido por López Malo, dañan la reputación colectiva y la percepción internacional sobre el respeto de los mexicanos al patrimonio ajeno.
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¿Qué debe hacerse ante estos atropellos?
El gobierno de Puebla debería asumir responsabilidades claras: identificar si existió una violación legal, emitir disculpas públicas y establecer sanciones acorde al daño de imagen internacional. La opinión pública merece saber si la promoción turística justifica pasar por encima de normas locales y del decoro institucional.
Además, resulta urgente que las autoridades mexicanas definan reglas claras para sus servidores públicos en misiones exteriores, con protocolos que impidan errores semejantes. La creatividad puede ser valiosa, pero no cuando se cruza la línea de lo ilegal ni de lo ofensivo.


Carla López Malo y quienes ocupan cargos públicos tienen una doble responsabilidad: velar por la promoción de los destinos y respetar los espacios comunes, nacionales o extranjeros. Cuando alguien del gobierno actúa como si estuviera exento de las normas, envía un mensaje equivocado: que la representación oficial puede saltarse el respeto al patrimonio ajeno. México no merece esos episodios.
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