El sabor del mole poblano dio inicio a una nueva etapa para el turismo en Puebla. En el Museo de Arte Popular, ExConvento de Santa Rosa, autoridades y cocineras tradicionales arrancaron la Ruta Gastronómica del Pasaporte Turístico 2025, un proyecto que busca colocar a la cocina poblana como motor de identidad y desarrollo económico.
Para el gobernador Alejandro Armenta, este recorrido culinario representa más que un evento gastronómico: es una estrategia para acercar a Puebla al corazón de los viajeros. “El mole poblano es nuestra carta de presentación”, expresó durante la jornada, donde se destacó el valor simbólico y económico de esta receta emblemática.
Ruta Gastronómica del Pasaporte Turístico 2025: Más que platillos, historias que se comparten
Carlos Márquez, quien dirige de forma provisional la Secretaría de Desarrollo Turístico, resaltó que la cocina poblana no solo se saborea, también se celebra.
“Aquí la comida se convierte en fiesta, en reunión con los nuestros, en una forma de compartir la vida”, afirmó.
Cocineras como Teresa Jaimes, originaria de Tlatlauquitepec, ofrecieron una muestra del sabor auténtico de los pueblos mágicos. En su comunidad, el mole se prepara con un toque extra de picor y se sirve en dos variantes: el tradicional y el ranchero. Ambas recetas se adaptan a los gustos de quienes llegan buscando experiencias únicas.
Las cocineras piden ser reconocidas como formadoras de cultura
Mientras tanto, otras voces aprovecharon el momento para visibilizar un tema pendiente. Teresa Ichante Cárdenas, con más de 30 años cocinando en Puebla, alzó la voz por las mujeres que, desde sus comunidades, conservan recetas ancestrales sin reconocimiento institucional.
Durante la presentación del “Encuentro de Cocineras Tradicionales: Rescatando Sabores”, Ichante explicó que solo una minoría de cocineras está certificada para enseñar, aunque muchas tienen la experiencia y el conocimiento necesarios. También lamentó que pocas universidades volteen a verlas, a pesar de que podrían ser grandes aliadas en la formación de chefs con raíces firmes en la cocina mexicana.
“No solo cocinamos, también enseñamos. Nuestra cocina lleva historia, lleva territorio, lleva identidad”, afirmó.
Invitó a los jóvenes estudiantes a dejar de lado la vergüenza por hablar su lengua materna o por compartir las tradiciones de sus pueblos.
“Necesitamos embajadores que lleven nuestra cultura alimentaria al mundo con orgullo”, concluyó.
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